Mi recorrido en el campo de la Psicoterapia me fue dejando una impresión que se ha afianzado con el paso del tiempo y del estudio de distintas teorías y terapias. La idea de que cada una de ellas mira al ser humano con una lente particular. Esto hace que observen algunas cosas con gran precisión, mientras que son prácticamente ciegas a las demás. Por ejemplo, el Psicoanálisis hizo un brillante y revolucionario trabajo en la comprensión de ciertas motivaciones profundas del ser humano. Estudio la sexualidad y los deseos inconscientes. Permitió comprender como los traumas de la infancia persisten en las enfermedades de la adultez y como los deseos reprimidos se transforman en síntomas. Pero este énfasis en la sexualidad y en los caminos del inconsciente regresivo, sumado a su origen en una época en que la Psicología pugnaba por establecerse como ciencia, entre otros factores, hizo que deje afuera de su campo de estudio las capacidades superiores del ser humano.
Por esta razón, el Psicoanálisis tiene poco, y en algunos casos nada, para decir acerca de la felicidad, la compasión, el amor, la paz, los estados extáticos, la intuición, la voluntad, etc. Y tampoco, excepto en desarrollos heterodoxos posteriores, acerca de la terapia que incluya el cuerpo, la energía, el poder de la conciencia, la alimentación o los estados meditativos.
Por el contrario, la filosofía oriental, tan rica en el estudio de todo lo mencionado en el párrafo anterior, prácticamente ignora o pasa por alto la influencia de los sucesos de la infancia, las distintas formas de enfermar, la importancia de un Yo solido, etc. Y por lo tanto, resulta poco útil para comprender muchos de los problemas que afectan a la mayoría de las personas durante su vida. De ahí que las terapias New Age, hipersimplificaciones de estos profundos conocimientos, traten a todas las dificultades y sufrimiento humano como algo que puede desaparecer de un dia para el otro, con la sola lectura de un libro o realización de un curso. De ahí que con el psicoanálisis, el conductismo, y otras terapias de origen occidental, muchas personas sientan que falta algo de “alma”, algo de conexión con el otro, algo del abordaje de las grandes preguntas de la vida. Por eso es que considero que, la integración es el camino. El aprender de los conocimientos de ambos orígenes, para así tener la visión mas amplia y profunda posible de las problemáticas que nos aquejan.
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