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Foto del escritorLic. Matías Martín

La caja de Bob


Bob Esponja es uno de esos personajes que representa al niño que vive en el adulto. En esta memorable escena, recibe el envío de una televisión en su casa. Pero él y su amigo Patricio solo querían la caja en la que viene la televisión. ¿Para qué? Para jugar dentro de ella usando su IMAGINACIÓN. Mientras juegan, vemos desde afuera la caja, sin saber qué está pasando adentro. Se proponen escalar una montaña, y escuchamos sus gritos ante un problema, los ruidos del viento, de una avalancha… Vemos cómo su juego es más real e inmersivo que cualquier cosa que pueda verse en la TV. Porque mientras la tv te dirá que ver, que sentir y qué pensar, la caja permite infinitas posibilidades para crear mundos con la mente, el juego y la representación. 


El antagonista Calamardo, que representa el Ego adulto de cada uno, serio y amargado, cree ser más inteligente cuando se queda con la televisión que Bob y Patricio descartaron. Pero no pasa mucho hasta que es dominado por la curiosidad, al no poder entender cómo “escucha” los sonidos de la aventura de Bob y Patricio, enojandose con la “estupidez” de estos (pero en realidad envidiando cuanto disfrutan su juego). Incrédulo, abre la caja, para confirmar que están solo ellos dos sentados dentro de ella. Por supuesto, lo que él escucha es creado por la convicción de estos en su aventura.


Es curioso que en esa edad en la que dejamos de jugar, dejamos de ser niños, y es el momento justo donde la imaginación se atrofia, las emociones se vuelven controladas, la imagen que damos hacia afuera empieza a ser más importante que valorar lo que sentimos y necesitamos, todo se vuelve demasiado serio y demasiado pesado. Pasamos de ser los creadores del juego a solamente a consumir las creaciones de otros mediante películas, música, teatro, entretenimiento (¿entretenerse a la espera de que?}


Esa seriedad, esa alerta al peligro, ese cuidado de la imagen son mecanismos de supervivencia para adaptarse a la sociedad, que terminan tomando el control. Seguramente la asfixia que crean sea la razón por la cual se buscan desesperadamente experiencias que den emociones, algunas más inocuas como la ficción, el humor, otras que muchas veces se vuelven adictivas, como sustancias, apuestas, los fanatismos, la tecnologia...


Muchas veces se llega a espacios terapéuticos para reencontrar todo eso que se perdió. Para “aflojar” al Ego, hacer ver a la persona que se excedió en su control, que adaptarse y agradar a los demás perdiéndose a uno mismo dejan un gran vacío. Sin duda una persona conciente debe encontrar el equilibrio entre saber ser un adulto y mantener la capacidad de jugar, de reír, de mover el cuerpo, de ser creador. Porque como esta brillante escena lo muestra, la realidad es aquella que somos capaces de crear


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